En los albores del siglo XX la marina de guerra venezolana
intervino en diferentes conflictos que revelan su vulnerabilidad, entre ellos
se destaca el combate naval de Río Hacha en el contexto de la Guerra de los Mil
Días (1901), los enfrentamientos con el buque "Libertador" en poder
de los rebeldes durante la “Revolución Libertadora”, y el bloqueo naval a las
costas venezolanas (1902-1903). Estas guerras fueron organizadas por caudillos
locales y monopolios extranjeros tales como la New York and Bermúdez Company y
la Compañía Francesa de Cable Telegráfico, que en coordinación con la Agencia
Havas y en plena correspondencia con los intereses de los gobiernos de
Alemania, Inglaterra e Italia, iniciaron una campaña que tenía como objetivo
generar inestabilidad en Venezuela; incentivando levantamientos y concediendo
favores a los grupos desafectos al régimen impuesto por la Revolución
Restauradora, todo esto en el afán de liquidar la administración de Cipriano
Castro. Esta investigación intenta evaluar las agresiones navales contra
Venezuela durante el gobierno de Cipriano Castro y exponer la participación de
la Escuadra Restauradora en aquellos conflictos.
En el año 1899 triunfó la Revolución Liberal Restauradora
liderada por el general Cipriano Castro. A partir de ese instante inicia una
etapa de reorganización y modernización del Ejército y la Marina de Guerra con
el claro objetivo de fortalecer la posición del régimen. En este sentido, se
incorporan unidades construidas especialmente para la guerra naval y se
adquiere mayor conciencia sobre la importancia de poseer una armada y los
medios necesarios para su mantenimiento, a fin de garantizar la conquista de
los objetivos en tierra.
Geopolítica Mundial en los
Albores del Siglo XX
Las últimas dos décadas del siglo XIX fueron una fase de
intensa expansión territorial de los principales Estados europeos. En 1902
Hobson, publicó un estudio donde señala que Inglaterra adquirió durante ese
período 3.700.000 millas cuadradas con una población de 57 millones de
habitantes; Francia, 3.600.000 millas cuadradas con 36,5 millones de
habitantes; Alemania, 1.000.000 de millas cuadradas con 14,7 millones de
habitantes; Bélgica, 900.000 millas cuadradas con 30 millones de habitantes;
Portugal, 800.000 millas cuadradas con 9 millones de habitantes. [1]
El crecimiento acelerado de estas naciones ocurre durante
la Segunda Revolución Industrial o época del Capitalismo Financiero. Período en
que se materializan importantes innovaciones tecnológicas en materia de
navegación, es decir, se define la transición del buque de vela al vapor y la
construcción de acorazados, esta situación influyó marcadamente en la
proyección de las hegemonías del mundo, tal fue el caso de Inglaterra, que
mantuvo su posición como primera potencia comercial y naval durante la época.
Sin embargo, contrastan marcadamente los adelantos tecnológicos con los avances
diplomáticos, lo cual se manifiesta por la práctica de la “gunboat diplomacy”
(diplomacia de cañoneros) definida como “…el uso o la amenaza del uso de una
fuerza naval por parte de una potencia, contra una nación más débil, en caso de
una disputa internacional para hacer valer sus derechos”[2]
Desde finales del siglo XIX “Venezuela se transformó en un
país apetitoso para el imperialismo europeo”[3] si bien no se tenía pleno
conocimiento del potencial energético (petrolero) ya existían antecedentes de
las intenciones de los ingleses en Guayana para la extracción de oro.
En el año 1899 Venezuela fue despojada de 159.500km2
correspondientes al territorio de Guayana[4] en el mismo marco en el que las grandes
potencias extranjeras se repartían el mundo como aves de rapiña. Al mismo
tiempo, los alemanes realizaban grandes inversiones en el sistema ferroviario
de Venezuela y no tardaron en demostrar su interés por la Isla de Margarita
para la construcción de una base naval en vísperas de la construcción de canal
de Panamá. Así las cosas, no faltarían maniobras impulsadas desde el exterior
para tomar posesión de las riquezas que posee Venezuela y sacar provecho de las
ventajas geográficas de esta nación, bien fuera por medios diplomáticos o
financiando revueltas para instaurar gobiernos que rindieran cuentas a los
intereses de las grandes potencias.
Evidentemente el colonialismo europeo representó una
amenaza para la estabilidad de la nación venezolana, sin embargo existían otros
elementos de la política interna que ponían en igual peligro la
consolidación de la República por la cual habían luchado los mártires de la
emancipación, y es que desde el mismo momento en que Venezuela firmaba su
independencia iniciaban las pugnas por el poder, años más tarde aumentan las
intrigas entre los gobernantes de la Gran Colombia, y la muerte del Libertador
Simón Bolívar agudizó la crisis al punto de llegarse a la inexistencia de un
gobierno central que pudiera imponerse en las distintas regiones. Especialmente
este último elemento contribuyó a la aparición de caudillos en Venezuela, en
este sentido, la ausencia de un ejército profesional con carácter nacional
capaz de someter a las tropas locales y la ausencia de caminos que favorecieran
la integración del territorio, fueron factores que determinaron la incapacidad
de los gobiernos para poner fin a las continuas guerras intestinas.
A esta situación se sumaba la difícil situación financiera
de Venezuela que produjo el cierre de la Escuela Náutica en septiembre de 1897.[5]
Las continuas guerras civiles o levantamientos armados aumentaron las deudas y
convirtieron Venezuela en un país deudor crónico y moroso, que carecía de crédito
y era objeto de continuas reclamaciones de indemnización, algunas veces
infundadas, pero que fueron fuente de amenazas internacionales.[6]
Unos años más tarde la Revolución Libertadora, comandada
por el banquero y comerciante Manuel Antonio Matos, profundizó los efectos de
la enorme crisis que conmovió al país y sirvió de argumento a Inglaterra,
Alemania e Italia para justificar la agresión que efectuaron contra Venezuela
mediante el bloqueo naval de 1902-1903.
Organización de la Marina de Guerra venezolana
Con el auge de la piratería y el contrabando entre los
siglos XVI Y XVIII, el imperio español fue perdiendo la supremacía naval que
poseía y cada vez se hizo más necesario situar en las costas, puntos de sólida
defensa, capaces de frenar las ambiciones de otros pueblos navegantes con
intereses sobre las colonias españolas, fue por esta razón que en Venezuela se
erigieron imponentes fortificaciones en Maracaibo, Cumaná, Margarita, Guayana,
La Guaira y Puerto Cabello. [7]
En el siglo XIX la conquista de estos baluartes por parte
de la escuadra y el ejercito republicano, fueron determinantes para el logro de
la independencia de Venezuela, ejemplo claro de lo expuesto anteriormente lo
constituyen la Capitulación del Capitán General Francisco Tomás Morales en
agosto de 1823 y la toma del último bastión español por parte de José Antonio
Páez en el mes de noviembre del mismo año.
De esta forma Venezuela heredaba las fortificaciones que
había construido el imperio español durante su dominio, y las utilizaba para
proteger sus propios intereses, negando el acceso de las naves enemigas a las
aguas venezolanas. En el año 1894 tras haber recibido la asesoría de los alemanes,
llegaron a Venezuela treinta cañones de campaña Krupp de 80mm y diez cañones de
montaña de 60mm de la misma marca, especialmente estos últimos serian empleados
en las mencionadas fortificaciones para la defensa de costas.
Los cañones Krupp tienen una apariencia propia de los
cañones del siglo XVIII y XIX, el tubo se ubica sobre un afuste de madera con
dos grandes ruedas de radios, también de madera… y fue el primer cañón de
retrocarga que existió en Venezuela.[8]
Al finalizar el gobierno de Joaquín Crespo la marina de
guerra venezolana contaba con las siguientes naves:
El
vapor “Augusto” que posteriormente seria llamado “Zumbador” tenía 117 y medio
pies ingleses de eslora, 12 de manga y 10 de calado, tenía una velocidad de 15
nudos. Había sido rentado por el gobierno, a su propietario el General Augusto
Lutowsky, desde junio de 1895, y los vapores “General Crespo” y “Zamora”
adquiridos por el funcionario venezolano Claudio Bruzual Serra, a través de un
contrato firmado con el Sr. J. A. Andrews, en la ciudad de Berlín, en agosto de
1896.
El
vapor Zamora: Transporte de 350 toneladas, que era la mayor unidad de la marina
de guerra venezolana. Antiguo “Derwent” de matrícula y construcción británica.
Podía transportar entre 200 y 1000 hombres, armado con un Krupp de 8cm, 2cm y
un Krupp de tiro rápido. A bordo del Zamora viajaron batallones del General de
División Juan Vicente Gómez para el bloqueo de ciudad Bolívar y mucho antes
para la primera campaña de occidente.
El vapor
General Crespo: era una nave de 142 toneladas, antiguo “Gladwyn” de matrícula
inglesa; armado con tres piezas de tiro rápido y una ametralladora.
El
vapor “Mariscal Ayacucho” el cual para 1898 se encontraba en reparaciones
siendo cubiertas con el sueldo del personal de esta unidad, que fue
temporalmente suspendido.
El
vapor “Totumo” unidad de guardacostas que estuvo al servicio del Ministerio de
Hacienda, fue de nuevo incorporado a la marina de guerra nacional.
La
goleta “Carabobo” encargada del servicio logístico de la fortaleza-prisión de
San Carlos en el Edo. Zulia.
Durante el gobierno del presidente Ignacio Andrade y más
tarde en el de Cipriano Castro se adquirieron algunas unidades construidas
especialmente para la guerra naval, abandonando la frecuente práctica de armar
buques mercantes para realizar tareas de vigilancia costera.
Este fue el caso del cañonero Miranda, conocido en España
como el Diego Velázquez, el mencionado buque fue construido en el año 1895
junto con otros siete cañoneros. Tuvo destacada actuación durante la guerra
hispano-norteamericana. El 13 de Junio de 1898 se enfrentó al crucero auxiliar
USS Yankee, barco de mayores dimensiones y mejor armado, logrando impactarlo
varias veces produciéndole algunas bajas e incendios menores. Al finalizar las
hostilidades, con la victoria a favor de EEUU, el Diego Velázquez fue dado de
baja de la marina española y vendido a la armada venezolana en junio de 1899
donde sirvió por varios años. [9]
El triunfo del general Cipriano Castro, dio inicio al
proceso de reorganización y modernización de la marina de guerra con el claro
objetivo de garantizar la estabilidad del gobierno y la integridad del
territorio nacional. Por tal motivo en el año 1900 Venezuela adquirió el
caza-torpedero Bolívar construido en España en 1891, bajo el programa naval de
Rodríguez Arias. Esta nave pertenece a la clase Temerario que consistió en
cinco buques: Temerario, Audaz, Galicia, Veloz y Rápido. Tuvo destacada
actuación en la guerra cubano-española de 1895.
En 1901, Venezuela compró a los Estados Unidos el crucero
Restaurador (antiguo “Atlanta”). El Restaurador fue incorporado a la marina de
guerra venezolana el 27 de Febrero de ese año.[10] Esta nave se convertiría en
el buque insignia de la escuadra restauradora con 243 pies de eslora, 26 de
manga y 12 de calado, 750 toneladas de desplazamiento, artillería de tiro
rápido, 18 nudos de velocidad, pudiendo transportar hasta 800 hombres.
Los buques que integraban la escuadra restauradora de
inicios del siglo XX estaban compuesta por antiguos cruceros de pequeño porte,
viejos caza torpederos, un torpedero, vapores cañoneros, remolcadores
artillados, lanchas de madera y balandras.[11]
La Memoria de Guerra y Marina resume que la Armada se
componía por: crucero “Restaurador”, torpedero “Bolívar,” cañonero “Miranda”,
transporte “Zamora”, Vapores “Zumbador”, “General Crespo” y “23 de Mayo”, y
Goleta “Carabobo” [12] Esta incipiente
fuerza naval debió enfrentar muchas dificultades pero su participación en cada
conflicto armado siempre contribuyó al logro de los objetivos propuestos o
cuando menos causó estragos a los enemigos del Estado.
Combate Naval de Río Hacha
La diplomacia venezolana resultó muy efectiva para finales
período decimonónico, pues rompió relaciones con Francia en (1881 y 1895),
Reino de los Países Bajos (1875-1894), y Bélgica (1873-1897). Sin contar que en
el año 1901 se puso en evidencia la enemistad entre el General Cipriano Castro
y el presidente colombiano José Manuel Marroquín. Los autores que han escrito
al respecto coinciden en que las diferencias eran por razones ideológicas,
puesto que el primero era liberal y el segundo conservador.
Sin embargo, el presidente Marroquín se movía por
consideraciones de recursos, cuestión que se reflejaba con los intereses
manifestador por parte de Colombia sobre el sistema fluvial Zulia-Catatumbo,
ruta necesaria para que Colombia pudiera despachar su café a través de Maracaibo
lo que le permitiría además obtener una salida al Mar Caribe, además, el
petróleo y el asfalto abundante en esa área del país, se proyectaban como
riquezas de gran provecho.
El combate naval de Rio Hacha, fue producto de la invasión
del ejército colombiano al territorio venezolano, es decir, este hecho
corresponde a la respuesta casi inmediata de parte de Venezuela contra el país
agresor. “Carlos Rangel Garbiras lanzó no menos de cuatro invasiones separadas
desde Colombia al Táchira después de Julio de 1901” [13] en el contexto de la guerra de
los mil días.
El antecedente inmediato al combate naval de Río Hacha se
sitúa cronológicamente el 26 de julio de 1901, cuando 6000 hombres del ejército
colombiano al mando de Rangel Garbirás ocuparon San Antonio y se dirigían a San
Cristóbal causando destrozos a su paso. Además de marchar hacia Caracas para
establecer un gobierno conservador en Venezuela, “El gobierno de Marroquín
tenía como objetivo marchar sobre Maracaibo para separar esa Cuenca del resto
del país, esto permitiría la salida de los productos de Santander y el acceso a
las potencialidades bituminosas de la zona”. Pero el 29 de Julio Celestino
Castro, asesorado por el general colombiano Uribe Uribe, los puso en derrota
concentrando 1500 hombres en San Cristóbal.
El 28 julio se llevó a cabo otro ataque por parte de 7000
efectivos colombianos quienes navegaron por el Río Catatumbo, secuestrando a la
comisión colombo-venezolana de demarcación de límites, posteriormente marcharon
hacia Encontrados tomando esta plaza aunque pronto sería recuperada por el
general venezolano Régulo Olivares quien avanzó sobre Encontrados y la retomó
empujando a los invasores por el río con el vapor “Progreso” y rescataron a los
comisionados de límites. [14]
La respuesta de Venezuela ante esta agresión no se hizo
esperar, Castro envió al general venezolano Rufo Nieves a las órdenes del
general Castillo y se inició el avance por la Guajira, saliendo por Paraguipoa,
hasta que se produjo el combate de Garapasera el 22 de agosto de 1901.
El ejército venezolano estaba compuesto por 1.400 hombres y
como Jefe de la Escuadra de Operaciones sobre Río Hacha se encontraba el
Teniente de Navío Leopoldo Vicente Pellicer. El gobierno de Marroquín designó
al general Carlos Albán, Comandante en Jefe de las Fuerzas Fluviales y
Rivereñas del Bajo Magdalena y de las Marítimas y Terrestres de los
Departamentos de Panamá, Bolívar y Magdalena. Éste dio instrucciones al general
Arjona que saliera de Río Hacha a encontrarse con el ejército que marchaba por
la Guajira para evitar que cercaran aquella ciudad. El general Albán contrató
en Puerto Colombia, por 48 horas los servicios de un buque mercante francés (Alexander
Bixio) para transportar 1.700 hombres. Como parte del contrato un crucero de
igual nacionalidad el Suchet tendría la misión de escolta, no solo al primero
sino también al mercante armado en guerra Prospero Pinzón que llevaba a bordo
al general Albán, su estado mayor y 300 hombres. Por otra parte la escuadra
venezolana conformada por los vapores Miranda, Zumbador y Crespo salió de
Maracaibo el 3 de septiembre 1901 teniendo como misión impedir el desembarco de
tropas conservadoras y aprovisionar las tropas amigas, además de bombardear los
lugares que se le indicaran para conquistar los objetivos en tierra. Asistieron
con el mismo fin, el Restaurador, el Bolívar y el Totumo.[15]
La escuadra restauradora llegó a Río Hacha el 6 de
septiembre, tres días después, la flota venezolana avistó el convoy colombiano
y se aprestó a perseguir el “Pinzón”. Por su parte el Penelope atacó el Totumo
pero la respuesta venezolana fue efectiva y el Totumo en acción conjunta del Crespo
echaron a pique la nave inglesa. El Suchet que superaba en tres veces el
tonelaje y calibre al Crespo disparó sus cañones de 6,4”, sin embargo la
tripulación venezolana no se dejó amedrentar y aplicando la táctica de jauría
de tiburones hicieron que la nave enemiga se alejara varios kilómetros.
Mientras tanto el Restaurador se enfrentaba al Ban Raigh que estaba fondeado en
Río Hacha. Pellicer se dirigió en un bote a bordo del Suchet y conferencio con
su comandante sin llegar a acuerdo alguno. [16]
Con escaso combustible y el Miranda averiado, la escuadra
restauradora se trasladó hasta el Cabo de la Vela. Las fuerzas del general
Amaya sorprendieron y atacaron por la retaguardia a las tropas liberales. Las
tropas liberales venezolanas que lograron escapar siguieron la vía de
Paragaipoa. De acuerdo a la versión de los colombianos los líderes de las
tropas en tierra eran reacios a la utilización efectiva de la escuadra y
evitaron embarcar prácticos. Pellicer y la Escuadra llegaron a Maracaibo el 18
de Septiembre de ese año.
La inexistencia de carreteras regionales y nacionales
obligó tanto a las fuerzas del gobierno como a sus opositores a utilizar las
vías de comunicación marítimas y fluviales para transportar de forma rápida y
segura las tropas y la logística necesaria para su mantenimiento. Logrando
reducir los tiempos de traslado del personal a la vez que se minimizaba el
agotamiento que acarreaba llegar a esos lugares por vía terrestre.
Incursiones del Ban Raigh
El Ban Righ era una nave de 1500 toneladas de
desplazamiento, había participado en el combate naval de Río Hacha,
encontrándose fondeado en aquel lugar se enfrentó al buque insignia venezolano
Restaurador de 750 toneladas.[17] Los registros de este acontecimiento develan
que a pesar de la voluntad de vencer por parte de los comandantes y
tripulaciones a bordo de los buques de guerra venezolanos, existía una
diferencia tecnológica notable en cuanto a la ingeniería y el calibre de la
artillería de los buques, lo cual puso en gran peligro la existencia de la
pequeña escuadra venezolana.
La participación del buque Ban Righ en la Revolución
Libertadora ofrece una noción de la situación de aquella incipiente marina de
guerra venezolana. El “Ban Righ” fue adquirido por Manuel Antonio Matos con el
capital de la New York and Bermúdez Company, y la Compañía Francesa de Cable
Telegráfico (transnacionales instaladas en Venezuela) siendo bautizado por los
revolucionarios como “Libertador”, se convirtió en una de las armas más
poderosas con las que contaban los enemigos del gobierno en el propio
territorio venezolano. Pues era la fuerza encargada de abastecer de fusiles y
cartuchos desde el mar a las tropas de la Revolución Libertadora. Para lograr
su propósito el “Ban Righ” debió enfrentarse a algunos buques de la escuadra
restauradora, tal fue el caso ocurrido en enero de 1902 cuando el buque de los
rebeldes se encontró con los vapores Crespo y el Miranda dando inicio a un
combate que dejó por resultado daños estructurales al Crespo, mientras el buque
rebelde emprendió la huida. En mayo de 1902 Guillermo Egea Mier quien comandaba
el Libertador, llevó esta embarcación a Colombia donde fue adquirida por aquel
gobierno en agosto del mismo año.
Intervención naval de las
potencias extranjeras en el conflicto venezolano
El Bloqueo Naval de 1902-1903 por parte del Imperio Alemán,
el Imperio Británico, y el Reino de Italia, (naciones que vieron en riesgo sus
intereses en Venezuela durante el gobierno de Cipriano Castro) es en realidad
la evidencia más clara de la difícil situación que enfrentaba la marina de
guerra en aquellos años. El motivo de aquella agresión según las potencias fue
el retraso en que había incurrido Venezuela en el pago de una deuda con los
bancos europeos, dicha deuda había sido contraída por los gobiernos que le
antecedieron a la Revolución Liberal Restauradora, a esto se sumaban las
reclamaciones que hacían los súbditos de esos países por los daños que habían
sufrido sus propiedades durante los frecuentes combates y escaramuzas entre las
montoneras, producto de la inestabilidad política de la época.
Sin embargo, Sanoja Hernández explica que detrás de estos
motivos, se escudaba la intención por parte de las hegemonías europeas de tomar
posiciones en el Caribe, en las proximidades de la construcción del Canal de
Panamá, de modo de asegurar su lugar en el juego geopolítico que enfrentaba a
las potencias del mundo.[18]
El conflicto se extendió durante los años siguientes a
través de los medios de comunicación. De este modo la oposición al gobierno de
Castro se encargó de desarrollar matrices informativas por medio de la Compañía
Francesa de Cable Telegráfico, que en coordinación con la Agencia Havas, tenía
por objetivo crear un ambiente vulnerable, incentivando levantamientos por
parte de los grupos desafectos al régimen impuesto por la Revolución
Restauradora, todo esto en el afán de liquidar la administración del entonces
presidente Cipriano Castro.[19]
Las hostilidades por parte de aquella alianza imperialista
se materializaron a través del bloqueo de puertos, la captura de los buques
nacionales, el hundimiento de algunas naves de la armada y el bombardeo a los
castillos de San Carlos y Puerto Cabello. Sin embargo, este caudillo entendió
con rapidez la importancia de tener un ejército, y más aún la necesidad de
equipar una armada capaz de garantizar el control de los espacios acuáticos del
territorio venezolano. En este sentido, la inestabilidad interna, la propaganda
que se encargaba en aquel entonces de desprestigiar el gobierno del presidente
andino y el bloqueo naval de 1902-1903. Fueron algunas piezas que movieron las
grandes potencias del mundo, para sustituir un gobierno que se negaba complacer
los intereses extranjeros. En el contexto de estos acontecimientos se vio
enormemente comprometida la soberanía nacional y la integridad territorial. El
conflicto tuvo su final con la firma del Protocolo de Washington. Esta amarga
experiencia ratificó el compromiso de poseer una marina de guerra con la
capacidad para hacer frente a un eventual enemigo en el mar y responder por los
intereses de la nación.
Batalla de Ciudad Bolívar
Aunque en este hecho no se vió involucrado directamente
ningún buque de las Armadas extranjeras, conviene citar la participación de la
Escuadra Restauradora para el proceso de pacificación interna, a fin de
comprender la importancia de las fuerzas navales para el logro de objetivos
trazados por el gobierno de aquel momento.
Después de haber derrotado a los rebeldes en la Batalla de
la Victoria (1902) el general Ramón Cecilio Farrera sublevó el batallón Cordero
en Ciudad Bolívar, plegándose a la causa "Libertadora". El general
de división Juan Vicente Gómez fue nombrado delegado nacional y jefe
expedicionario sobre el oriente de la República para resolver esta situación, y
un año después se designó como comandante de la Escuadra, al teniente de navío Román
Delgado Chalbaud.
El 27 de junio de 1903 se ordenaron los preparativos para
el zarpe de los vapores "Restaurador", "Bolívar" y
"Zamora", surtos en La Guaira. Al anochecer, se embarcaron dos mil
hombres a bordo del vapor "Zamora". Como buque insignia fue designado
el "Restaurador", en él se embarcaron el general Juan Vicente Gómez,
jefe de la expedición y José Antonio Dávila jefe del Estado Mayor. El vapor
"Zamora" ocupó la vanguardia; el "Bolívar", el centro y el
"Restaurador", la retaguardia.
El 29 de junio de 1903 arribó a Carúpano la escuadra
expedicionaria. Se les unió el "Miranda", para buscar a los prácticos
de las bocas del Orinoco, que estaban en Trinidad.
Mientras tanto, el vapor "Bolívar" recibió
órdenes de desembarcar las tropas del general Mata Illas en Güiria, ocupada por
el general Antonio Paredes. Los revolucionarios no resistieron la carga de
aquellos y se desplazaron hacia Irapa, lugar en que fueron derrotados.[20]
El
11 de julio comenzó el bloqueo naval a Ciudad Bolívar. Habiendo recibido del
jefe expedicionario orden de establecer el bloqueo de la ciudad, lo dispuse en
la forma siguiente; el "Miranda", su radio de acción desde Playa
Grande a la isla el Degredo, sobre la vía el Apure; el "Bolívar"
desde Soledad hasta los Manguitos; el "Zamora", desde este punto
hasta la isla de Panaderos y el "Restaurador", fondeose en Punta de
Mateo, situación adecuada para comunicarse con el jefe del Ejército.[21]
Rolando contaba con 2.000 hombres, que se atrincheraron en
los sitios de la Alameda, la Aduana, en las azoteas del teatro, el sector de
Mango Asado, la Capilla, Cementerio, la Matanza y cerros la Esperanza, Zamuro y
Colorado.
Se colocaron cinco piezas de artillería, dos en el sitio
denominado Laja de la Llanera; una sobre el cerro de Santa Lucía, otro cerca
del sector de Miraflores, y el último, en Soledad. Las fuerzas de mar y de
tierra permanecieron a la espera hasta el día 17 en la tarde.
Uno de los puestos de los revolucionarios que mayor estrago
hizo, fue el denominado Punta Mateo, El coronel Luis Jugo Delgado, primer
oficial del "Restaurador", con 15 hombres de infantería de Marina, se
acercó a la trinchera antes dicha y la tomó por sorpresa con apoyo del vapor
"Bolívar" en la madrugada del 19 de julio. Gómez penetró en Ciudad
Bolívar mientras los rebeldes se fortalecieron en el Capitolio, el Teatro, la
Aduana.
Enseguida ordené al "Miranda" romper los fuegos
dirigiendo su puntería sobre la pieza de artillería que el enemigo tenía en el
Capitolio, quien por su parte abría los suyos con dos piezas colocadas en la
Alameda, a las que respondió el "Restaurador" con la certeza de sus
tiros, con que siempre se ha distinguido. [22]
El "Restaurador" disparó sus cañones y rompió una
de las piezas enemigas, enmudeciendo las restantes, el dique fue destruido
dejando muchos damnificados y muertos. El batallón Cardona avanzó con carga de
metralla certera. El Restaurador, el Zamora y Bolívar no dejaban de bombardear,
por el otro extremo las divisiones Araujo y Rivas ejercían presión. Cerca de
las 11 de la noche, los sitiados intentaron una fuga pero fue imposible la
retirada y las tropas de Rolando fueron vencidas. Este hecho aporta a la
historia un dato de importancia al momento de estudiar la participación de la
marina de guera en el gobierno de Cipriano Castro, pues demuestra la
efectividad de aquel equipo en el proceso de pacificación de Venezuela.
El estudio de la Batalla de Ciudad Bolívar permite
reflexionar sobre la importancia estratégica del río Orinoco y las redes
fluviales como vías de transporte que permitieron el acceso efectivo de la
escuadra restauradora en el interior del territorio venezolano. Las operaciones
emprendidas desde la cuenca del Orinoco también contribuyeron a negar el paso
de otras embarcaciones que pudieran auxiliar a los rebeldes atrincherados en
Ciudad Bolívar, logrando acabar con la última trinchera de la revolución
Libertadora.
Finalizada la tarea de pacificar el país, después de haber
soportado las amenazas navales que debió enfrentar la Escuadra Restauradora, el
Estado bajo la asesoría del nuevo jefe de la escuadra Román Delgado Chalbaud
comprendió la necesidad de modernizar el equipo de artillería dispuesto para la
defensa de costas, por ello se adquirieron los cañones Schneider Canet-150/50mm
que vinieron a sustituir los viejos Krupp de 80mm. Además realizó una reforma
del Código de la Marina de Guerra, en pro de la modernización de la Mariana de
Guerra, logrando fundar un astillero nacional que redujo significativamente la
dependencia de la armada nacional hacia Trinidad, en cuanto al mantenimiento y
carenado de los buques venezolanas.
Ante la ausencia de una Fuerza Armada bien equipada y
organizada, se derrumban con facilidad las estructuras del Estado. Este es el
principal aprendizaje de Castro cuando Ignacio Andrade abandona el país. La
misma ausencia del poder militar abre una brecha de oportunidades para la
intervención por parte de fuerzas militares y navales extranjeros.
Los cañoneros Restaurador, Bolívar, Miranda y el transporte
Zamora así como las demás naves que integraban la escuadra restauradora, fueron
de gran valor en cada encuentro contra las fuerzas enemigas (internacionales y
nacionales), pues gracias a estos buques y al sistema de defensas de costa fue
posible entorpecer las operaciones de la escuadra alemana durante el bloqueo
anglo-ítalo-alemán. Asimismo las embarcaciones de la escuadra nacional
facilitaron el traslado de tropas a los distintos puntos de la geografía
nacional donde eran requeridos para "pacificar" el país, ya que esta
labor resultaba mucho más rápida, económica y segura al efectuarse por vías
marítimas y fluviales.
REFERENCIAS
Blanco Carrero, Edgar. Reflexiones sobre estrategia
marítima en la era de la libertad de los mares. Caracas. Editorial Panapo,
2004.
Blanco, E.; Bracho, J.; y Otros. Historia de la Marina de
Guerra de Venezuela de inicios del siglo XX: Legado del Capitán de Corbeta
Ramón Díaz. Caracas. Editorial Ramón Alberto Rivero Blanco. 2013
Bracho Palma, Jairo. Los Sueños Rotos: La historia de los
Delgado-Chalbaud. Venezuela. Editorial Grupo Intenso. 2010
Bracho Palma, Jairo. Los Hombres de Hierro. E.E.U.U.
Editorial Ramón Alberto Rivero Blanco. 2013
Brito Figueroa, Federico Reflexiones sobre el bloqueo de
las costas venezolanas en 1902. Centro de Investigaciones Históricas,
Universidad Santa María. 1982
Carrero, Manuel. Cipriano Castro: El imperialismo y la
soberanía nacional Venezolana. Caracas. Biblioteca de Autores y Temas
Tachirenses. 2000
Cartay, Rafael. Las Crisis Económicas y sus repercusiones
en la economía venezolana. Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales.
ULA 2007
Chacón, Julio. El Poder Marítimo Venezolano. Caracas.
Dirección de Artes Gráficas del Ministerio de la Defensa. 1998.
“Bloqueo 1902-1903” en Diccionario de Historia de
Venezuela. Caracas. Fundación Polar. 2010.
Díaz Rangel, E. La Información Internacional en Venezuela.
Caracas. Fondo Editorial de Humanidades y Educación. UCV. 1987
Cable, J. Gunboat
Diplomacy Political Applicationsoflimited Naval Forces. Londres. Editorial Chattoand Windus. 1985
Domingo, I. Caudillos, Militares y Poder: una historia del
pretorianismo en Venezuela. Caracas Publicaciones UCAB. 1996
Exposición del Ministro de Guerra y Marina al Congreso
Nacional 1899-1903
Holger, H. y León, J. Alemania y el Bloqueo Internacional
de Venezuela. Caracas. Editorial Arte. 1977
León, César A. 1600 bombas contra la fortaleza San Carlos.
Caracas. Ediciones Soberanía. 2003
Congreso de la República El Pensamiento Político Venezolano
del Siglo XX: Documentos para su estudio. La oposición a la dictadura de
Cipriano Castro. Tomo 2- A. Caracas. Ediciones conmemorativas al bicentenario
del natalicio del Libertador. 1983
Sullivan, William; J. Velásquez R. y otros Cipriano Castro
en la Caricatura Mundial. Caracas. Fundación Centro Nacional de Historia. 1980
Lenin, V. El Imperialismo: Fase Superior del Capitalismo.
Pekin. Ediciones en Lenguas Extranjeras. 1966
Combates Navales de 1834 a 1960. “Historia Naval de España
y países de habla española” en: foro.todoavante.escombates
navales. 2013 (Consultado
online el 15 de noviembre de 2013 a las 09:37 am)
[1] Lenin, V. El Imperialismo: Etapa
Superior del Capitalismo. 1966 p.96-97
[2] Cable, James. Diplomacia de Cañoneras:
empleo político de fuerzas navales ilimitadas. 1977 p. 23
[3] Blanco, Edgar. Reflexiones sobre
estrategia marítima en la era de la libertad de los mares. 2004 p.5
[4] Sureda Delgado, Rafael. Venezuela y
Gran Bretaña historia de una usurpación. 1980 p.50
[5] Exposición del Ministro de Guerra y
Marina al Congreso Nacional 1898 p. 32
[6] Rodríguez Campos, Manuel (1977)
Venezuela 1902: la crisis fiscal y el bloqueo
[7] Zapatero, Manuel. Historia de las
Fortificaciones de Puerto Cabello. 1977 p. 13
[8] Nieves-Croes, Francisco. Los cañones
de la meseta en http://www.fav-club.com/los-canones-de-la-meseta/2013 (Revisado
online el 03 de marzo de 2014, a las 05:30 pm)
[9] Combates Navales de 1834 a 1960.
“Historia Naval de España y países de habla española” en: foro.todoavante.escombates
navales. 2013 p. s/n
[10] Bracho, Jairo. Los Sueños Rotos: La
historia de los Delgado-Chalbaud. 2010 p. 42
[11] Mariño Blanco, A. Buques de la Armada
1901-1950. 2000 p. 13-14
[12] Exposición de Guerra y Marina al
Congreso Nacional 1903 p. 62
[13] Holger, H. y León, J. Alemania y el
bloqueo internacional de Venezuela 1977 p. 79
[14] Bracho, Jairo. Los Hombres de Hierro.
Tomo I 2013 p 23)
[15] Ob cit p. 27
[16] (Ibídem)
[17] Bracho, Jairo. Los Sueños Rotos: La
historia de los Delgado-Chalbaud. 2010 p 37
[18] Sullivan, William J. Castro en la
Caricatura Mundia.l 2008 p. 25
[19] Diaz Rangel, Eleazar. La información
internacional en Venezuela 1808-1985. 1987 p.34.
[20] [20] Bracho, Jairo. Los Sueños Rotos:
La historia de los Delgado-Chalbaud. 2010 p 76-77)
[21] Exposición de Guerra y Marina al
Congreso Nacional 1903 p. 62
[22] Ídem